Hay tres países en el Medio Oriente que desde sus propias visiones están planteando una dinámica de poder que puede tensar o equilibrar los vínculos entre los diferentes actores que intervienen en su situación. Estos son Irán, Turquía y Catar.

Los iraníes han activado los proxies en su zona de influencia en lo que se denomina la Media Luna chiita, pero también están comprometiendo su estabilidad al realizar operaciones militares en el Kurdistán iraquí (Erbil), en la región del Baluchistán en Pakistán, así como las acciones que ejecutan en Siria. Estas acciones pueden mejorar su posicionamiento estratégico o romper con la coordinación que están teniendo en Líbano, Yemen, Siria, los territorios palestinos e Irak. Mientras tanto, Turquía y Catar desde sus políticas han generado condiciones que les da mayor o menor ventaja; por ejemplo, los turcos tienen una agresiva política contra los kurdos que los llevan incluso a violentar la soberanía de estados vecinos y emplear su estrategia conforme a una visión de generar pivotes de poder, evitando cualquier descontrol de las regiones administradas por la población kurda. Por otra parte, Catar, a través de su diplomacia económica y estrategia comunicativa y propagandística, se abre hacia occidente y oriente por igual, logrando apoyos y rechazos debido a su intromisión en temas delicados, como la estabilidad regional, la crisis entre Israel y Hamas, así como inversiones económicas que hacen temer una filtración del islamismo de los Hermanos Musulmanes entre las sociedades regionales.

Como quiera que sea, los tres actores requerirían horas de análisis para poder lograr un acercamiento en cuanto a sus políticas y cómo esto puede afectar en el mundo.

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